Instituto Nacional de Física y Química (1932-1939) |
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El Instituto Nacional de Física y Química fue uno de los logros de mayor trascendencia para la ciencia española, creado por iniciativa de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE). Se inauguró el 6 de febrero de 1932 en un nuevo edificio modélico, construido próximo a la Residencia de Estudiantes y dotado de los medios técnicos más avanzados de la época. La construcción se financió gracias a una donación de 420.000 dólares de la Fundación Rockefeller (EEUU), que había solicitado D. Santiago Ramón y Cajal en 1926, en calidad de Presidente de la JAE. Los investigadores Enrique Moles y Miguel Catalán recorrieron durante dos meses varios centros europeos de investigación y colaboraron estrechamente con los arquitectos Manuel Sánchez Arcas y Luis Lacasa en el diseño final del Instituto. Al nuevo centro, que pronto fue conocido como “el Rockefeller”, se trasladaron investigadores, equipos y biblioteca procedentes del Laboratorio de Investigaciones Físicas (JAE), situado en el Palacio de Industria y Bellas Artes y dirigido por Blas Cabrera. El Instituto constaba de 6 Secciones y el equipo directivo estaba formado por Blas Cabrera (Director), Julio Guzmán (Secretario) y Juan Mª Torroja (Jefe Técnico).
La planta baja alojaba los laboratorios de Física y Espectroscopía, la primera los de Química-Física y la segunda los de Química y Electroquímica. Con la desaparición de la JAE y el estallido de la Guerra Civil se truncó trágicamente la breve pero brillante trayectoria científica del Instituto. El edificio, sus instalaciones científicas y la biblioteca sobrevivieron a la contienda sin desperfectos, y pasaron a formar parte del patrimonio del CSIC, creado en 1939. A partir de esta fecha el edificio pasa a ser sede de dos Institutos del CSIC: |
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